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domingo, 23 de noviembre de 2025

Un mensaje por la paz.

 John Frank Pinchao  un Héroe Nacional. 

​He quedado profundamente asombrado y entristecido al leer los comentarios cargados de odio que circulan sobre las víctimas de nuestro conflicto. Lo que muchos pasan por alto o simplemente no alcanzan a comprender es la realidad visceral y demoledora de la vivencia de un secuestro: estar encadenado, ser maltratado, castigado y humillado durante nueve largos años.

​Podemos tener diferencias ideológicas y políticas, pero hay un punto innegociable en el que toda la sociedad debe coincidir: el secuestro es un crimen de lesa humanidad que debemos condenar y rechazar de manera unánime, sin peros ni justificaciones.

​El Trauma Invisible

​Un aspecto fundamental que se ignora en este debate es el trauma psicológico que sufren las víctimas. La gran mayoría se limita a juzgar sin detenerse un momento a reflexionar sobre lo que significa salir de un cautiverio de nueve años y reinsertarse a la vida civil. ¿Qué se siente estar en un lugar público y que la tranquilidad sea interrumpida bruscamente?

​Es vital entender que quien ha sobrevivido a una experiencia traumática tan extrema puede tener reacciones inesperadas. Es lo que muchos no logran comprender, limitándose a condenar la actuación de un valiente. Hablo de ese héroe que sobrevivió a una toma guerrillera, que fue humillado y torturado en la selva, y que se escapó de sus captores para sobrevivir 17 días más en la selva amazónica hasta recuperar su libertad.

​Que una parte del país intente hoy juzgar a este valiente como un delincuente es un profundo motivo de análisis y reflexión. Revela el odio que subyace como consecuencia de las heridas abiertas de nuestro conflicto.

​La Responsabilidad del Liderazgo

​Veo con gran preocupación cómo nuestro país se sumerge en este odio, un sentimiento que, tristemente, es impulsado y alimentado por nuestros propios líderes políticos. En lugar de ser un ejemplo, muchos se dedican a insultar, calumniar y agredir, buscando distraer a los votantes de los problemas reales de la nación.

​En mi simple opinión, considero que un verdadero líder tiene una inmensa responsabilidad. Cada palabra o acción que emite influye, para bien o para mal, en la ciudadanía. Me produce una profunda tristeza que personajes que tuvieron la oportunidad de acceder a la educación superior se conviertan hoy en un mal ejemplo para la nación.

​El primer paso para construir un país diferente, un país de paz, es el diálogo respetuoso. Ya estamos cansados de escuchar debates políticos llenos de agresiones e insultos. El pueblo quiere escuchar soluciones concretas a los problemas nacionales, no culpas ni recriminaciones por lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer.

​Hago un llamado a nuestros líderes y a quienes aspiran a asumir los destinos de nuestra nación para que asuman su responsabilidad con el pueblo. Esforcémonos por generar un debate respetuoso y con argumentos, invitando siempre a la reflexión profunda, y no al odio.



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